La actividad física en la prevención de deterioro cognitivo y demencia en adultos mayores.
- viveactivobienesta
- 25 ene 2024
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La inactividad física ha aumentado en muchos países, y ello influye considerablemente en la prevalencia de enfermedades no transmisibles (ENT) y en la salud general de la población mundial. Con el fin de mejorar las funciones cardiorrespiratorias, musculares y la salud ósea y funcional, reducir el riesgo de ENT, depresión y deterioro cognitivo, la OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda que los adultos de 65 años en adelante dediquen 150 minutos semanales a realizar actividades físicas moderadas aeróbicas, o bien algún tipo de actividad física vigorosa aeróbica durante 75 minutos, o una combinación equivalente de actividades moderadas y vigorosas.

La demencia comprende un grupo de trastornos que abarcan una pérdida progresiva de las funciones cognitivas y afecta habilidades que son necesarias para el desarrollo normal de las actividades de la vida diaria, entre ellas, la atención, memoria a corto y largo plazo, movimientos y su coordinación y la planeación de actividades.
Las demencias más comunes que se encuentran son el Alzheimer 77 % (trastorno cerebral que destruye lentamente la memoria y la capacidad de pensar y con el tiempo, la habilidad de llevar a cabo hasta las tareas más sencillas), le sigue las demencias con cuerpos de Lewy (DCL) 26 % (trastorno del cerebro que puede ocasionar alteraciones en el pensamiento, el movimiento, la conducta y el estado de ánimo) y la demencia vascular 18 % (es causada por diversas afecciones, como un accidente cerebrovascular, que interrumpen el flujo sanguíneo al cerebro. Esto origina problemas con la memoria, el pensamiento y la conducta.). Todas contribuyen al deterioro cognitivo y la atrofia cerebral.
Como consecuencia, genera depresión, provoca estrés emocional (altos niveles de ansiedad e incertidumbres que afectan la salud física), problemas financieros por altos costos de medicamentos y perturba a todo el círculo de apoyo (familiares y cuidadores).

La eficiencia de los tratamientos farmacológicos hasta la fecha se ha limitado en controlar los síntomas y ha sido ineficiente en la aparición del trastorno de demencia. Dicho lo anterior, en algunas demencias, los fármacos no solo son costosos, sino que tienen efectos colaterales; está demostrado que los antipsicóticos, los psicofármacos y antidepresivos están relacionados con el aumento de peso y el síndrome metabólico. Es por esta razón, que se ha incrementado el interés de médicos e investigadores en los tratamientos no farmacológicos para mejorar la calidad de vida de pacientes y cuidadores, así como para disminuir y ralentizar el deterioro cognitivo.
La actividad física, es efectiva para los adultos mayores en general, y es protectora en enfermedades cardiovasculares.
Existe evidencia acerca de la hipótesis que la actividad física aumenta las neurotrofinas del cerebro; en específico el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), que tiene como función apoyar el crecimiento y el mantenimiento de circuitos neuronales.
Si bien se observó una gran heterogeneidad en el diseño de los estudios analizados, el 65% (26/40) de los resultados obtenidos fueron positivos, mientras que el 27% (11/40) fueron mixtos y el 8% (3/40) negativos. Por lo tanto, la mayoría de los estudios mostraron que la actividad física favorece un mejor rendimiento cognitivo o disminuye la tasa de conversión/declinación cognitiva en el tiempo en todos los participantes evaluados.
Existe evidencia científica de resultados positivos de la relación entre el grado de actividad física y el funcionamiento cognitivo, especialmente en las funciones ejecutivas, las cuales mostraron mejorías significativas con respecto a otros dominios en 19 estudios. No obstante, tanto la cognición global como la memoria y la atención han mostrado también resultados beneficiosos relacionados a la actividad física; sin embargo, fueron dominios cognitivos evaluados en menor proporción en los estudios considerados.
La actividad física como ayuda preventiva de la demencia o el deterioro cognitivo
Existe evidencia científica de que la actividad física es beneficiosa para la función cognitiva en las personas mayores sanas, sin deterioro cognitivo y en personas con deterioro cognitivo leve o demencia; con efectos estadísticamente significativos en el desempeño de pruebas que miden las funciones ejecutivas, funcionamiento cognitivo global, memoria y atención.
Incluso un estudio transversal demostró que los sujetos sanos sedentarios tienen mayor depósito amiloide a nivel cerebral que aquellos sujetos físicamente activos.
Así pues, se identifica que la actividad física tiene resultados positivos en las personas con demencia o en deterioro cognitivo causado por la vejez, pero estas mejoras no solo están relacionadas con las capacidades física (como el mejoramiento de fuerza y de velocidad para el caminar), que hacen mejor su desempeño, sino que también se encontraron beneficios en la estabilidad emocional del paciente y por ende mejora en sus actividades de la vida diaria y su percepción.
Se logró identificar que, bajo los resultados de los estudios de cohorte:
La actividad física puede ser un método para hacer más lento el deterioro cognitivo a lo largo de la vida, como un método preventivo y establecer que la población que ha realizado actividad física moderada o vigorosa, son más propensos a ser mantenedores de la cognición, que los inactivos físicamente (p= <0,001), por lo tanto; “una fuerte relación entre la actividad física y el desarrollo del deterioro cognitivo incidente en los participantes sin actividad, en comparación con los participantes con actividad moderada (p= 0,01) o alta (p= 0,005)”.
El realizar alguna actividad física, se puede asociar a la prevención del desarrollo de la enfermedad de Alzheimer, en 25‐41 %. En este sentido, realizar actividad física moderada o vigorosa, disminuye el riesgo en 37‐50 %. Además; teniendo como referente la adherencia a una dieta mediterránea, el riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer se reduce entre 2‐14 %, o con una adherencia total aumenta la prevención a 40 %.
Se ha encontrado certezas significativas entre la realización de actividad física y tener una dieta establecida, con efectos en la reducción de la incidencia de la enfermedad de Alzheimer y a la ralentización o enlentecimiento del deterioro cognitivo general o por el ciclo de vida del hombre. En cuanto a la actividad física, se obtuvo un mayor rendimiento cognitivo en la de tipo vigorosa (p= 0,003). Además, con un entrenamiento multimodal se estableció una relevancia positiva (p= 0,04); entre dos grupos poblacionales y se identificó una significancia en la evaluación de todas las variables (p= 0,009).
Se encontraron beneficios en el equilibrio de los sujetos en los dos grupos de intervención (p<0,05); (Entrenamiento multimodal y kinesioterapia), en comparación con el grupo control. Por otra parte, se encontraron mejoras significativas en la disminución del riesgo de caídas del adulto mayor (p<0,01).
Cabe destacar una revisión sistemática de Gomes-Osman et al., recientemente publicada, en la cual los investigadores concluyen que entre los adultos mayores con y sin deterioro cognitivo, al menos 52h totales de ejercicio, en sesiones que duraban aproximadamente 1 hora, se asoció con un mejor rendimiento cognitivo. Ellos mencionan además que este es el tiempo total mínimo para observar beneficios, pero creen que adicionar actividad física a largo plazo seguramente puede seguir ampliando la generación de efectos beneficiosos. En cuanto al tipo de ejercicio, el mismo artículo refiere que los modos de ejercicio apoyados por la evidencia son: los aeróbicos, entrenamiento de resistencia muscular, ejercicios de mente y cuerpo o las combinaciones de estas intervenciones.
El estudio Finnish Geriatric Intervention Study to Prevent Cognitive Impairment and Disability (FINGER, de sus siglas en inglés), mostró que las personas con riesgo de desarrollar deterioro cognitivo y demencia mostraron mejoras en la memoria y otras habilidades de pensamiento después de solo 2 años de un cambio en que incluía una dieta más saludable, mayor ejercicio, aumento de la estimulación intelectual y social, y mejor manejo de la salud cardíaca y vascular.
Discusión
Cabe aclarar que, en el mejoramiento de la calidad de vida, los resultados son más consistentes que los obtenidos en la mejoría de la cognición. En la calidad de vida, se obtiene con la actividad física cambios físicos, emocionales o sociales y del comportamiento, que se relacionan con el mejoramiento del bienestar del paciente.

La actividad física aeróbica es la que más efectos positivos ha registrado, pues la actividad física afecta directamente la estructura y la función del cerebro por el incremento de la irrigación sanguínea del cerebro y mejora la utilización del oxígeno y de glucosa, además, al someterse a un esfuerzo mental de este tipo, conocido como carga cognitiva puede aumentar la neuroplasticidad, pues dentro de estudios con ratones, se ha logrado identificar que el aumento de volumen sanguíneo dentro del giro dentado del hipocampo, permite una mayor angiogénesis y aumentan los niveles del BDNF en el cerebro, lo que indica la disminución de la apoptosis neuronal y permite un aumento de la plasticidad sináptica y la neurogénesis, lo que genera una mayor resistencia a las lesiones cerebrales.
Los investigadores planean evaluar si el ejercicio físico, el asesoramiento nutricional, una mejor autogestión de la salud y otros factores pueden beneficiar la cognición entre 2.500 voluntarios estadounidenses de una amplia gama de antecedentes raciales, étnicos, socioeconómicos y geográficos en un ensayo clínico de 2 años de duración para probar la efectividad de las intervenciones en el estilo de vida.
Conclusión
Existen pocos estudios en humanos que presentan buenos niveles de evidencia y escala JADAD, que indique que el ejercicio puede influir en los acontecimientos moleculares de las capacidades cognitivas.
Al respecto, se cree que una prescripción de actividad física personalizada a cada paciente, teniendo en cuenta sus antecedentes clínicos y físicos, como también sus preferencias y posibilidades conjuntamente con los datos previamente aportados (actividad física variable, regular y sostenida) podría ser una recomendación altamente aceptable hasta contar con nuevas y mejores evidencias.
Para finalizar, se debe enfatizar que los hallazgos de ambas revisiones, sugieren que el ejercicio físico puede proporcionar una estrategia ampliamente disponible para mejorar el funcionamiento cognitivo, especialmente de las funciones ejecutivas y memoria, y retrasar la aparición de la demencia.
Bibliografía
Russo, M. J., Kañevsky, A., Leis, A., Iturry, M., Roncoroni, M., Serrano, C., ... & Zuin, D. (2020). Papel de la actividad física en la prevención de deterioro cognitivo y demencia en adultos mayores: una revisión sistemática. Neurología Argentina, 12(2), 124-137. Papel de la actividad física en la prevención de deterioro cognitivo y demencia en adultos mayores: una revisión sistemática - ScienceDirect
Castro-Jiménez, L. E., & Galvis-Fajardo, C. A. (2018). Efecto de la actividad física sobre el deterioro cognitivo y la demencia. Revista cubana de salud pública, 44, e979. SciELO - Public Health - Efecto de la actividad física sobre el deterioro cognitivo y la demencia Efecto de la actividad física sobre el deterioro cognitivo y la demencia (scielosp.org)
Resumido y públicado por Vive Activo
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