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Relación entre depresión y demencia

La alta asociación entre la depresión y la demencia en el adulto mayor ha motivado a investigar la clase de relación que existe entre ellas.

Las demencias se caracterizan por una disminución continua del funcionamiento cognoscitivo reflejado en alteraciones de atención, memoria, lenguaje, praxias, función ejecutiva, dificultades emocionales y sociales, más fuertes que en el envejecimiento normal. Van precedidas del deterioro cognitivo leve (DCL) caracterizado por una reducción del funcionamiento cognoscitivo, aunque todavía conserva su independencia. La demencia más usual es Alzheimer (AZ), ocupa el 60% y 70% de los casos de demencia

 La depresión es una enfermedad común que interfiere con la vida diaria, con la capacidad para trabajar, dormir, estudiar, comer y disfrutar de la vida. Es causada por una combinación de factores genéticos, biológicos, ambientales y psicológicos. La depresión tiene una prevalencia entre el 10% y el 20% de adultos mayores a nivel mundial; el 7% de los mayores de 61 años presentan depresión; en los países de bajos y medianos ingresos se reporta un rango de 0.3% a 18.2%. En Latinoamérica, respecto a la depresión en adultos mayores México ha reportado que el 26% y el 66% la padecen; Perú el 9,8%; Chile entre 7,6% y 16,3% y Colombia del 49% al 60%, específicamente en Bogotá el 25.7% con una prevalencia de síntomas depresivos de 41.0%.

A partir de lo anterior, la demencia y la depresión en adultos mayores son los problemas de salud mental más relevantes.

 Aproximadamente la mitad de los pacientes con depresión tienen deterioro cognitivo; y la prevalencia de depresión en las demencias está entre el 9% al 68%; de igual forma, el 32% de los pacientes con DCL pre­sentan depresión.

El objetivo de este trabajo fue identificar el papel de la depresión en el desarrollo de las demencias y sintetizar las hipótesis explicativas con la evidencia cien­tífica disponible.



La depresión es un factor de riesgo independiente para el desarrollo de demencia

Esta hipótesis indica que la depresión aumenta la probabilidad de desarrollar demencia; algunos autores señalan que la presencia de depresión en la vida, incluso un único episodio, es un factor de riesgo para el desa­rrollo de las demencias, algunos estudios no encontraron que el tiempo de aparición: depresión tem­prana, tardía o actual, modificara este riesgo.

 

El riesgo de demencia se incrementa exponencialmente, cuando la depresión se acompaña de factores de riesgo cardiovascular, hipertensión, dia­betes, alteraciones del sueño o tener el genotipo APOE ε4 (Se asocia con un mayor riesgo de aterosclerosis. Las personas con estos genotipos pueden tener predisposición a concentraciones significativamente elevadas de LDL-C (colesterol malo) y triglicéridos), en especial para Alzheimer.  Además, este riesgo se incre­menta porque la depresión reduce conductas de auto­cuidado y aumenta las de riesgo (consumo de alcohol y tabaco, sedentarismo y malnutrición).

 

La depresión es un pródromo de la demencia

El pródromo hace referencia a las alteraciones conductuales sutiles que preceden la aparición de la demencia, entonces la depresión sería la primera mani­festación de este proceso patológico.

Ownby et al., encontraron que entre menor tiempo entre los diagnósticos de depresión y demencia el riesgo de enfermedad de Alzheimer (EA) fue mayor. Algunos autores han encontrado que la depresión de inicio tardío (DIT) incrementa el riesgo de demencia en un 3.9% al 8% en comparación a las personas que no presentaban depresión, lo que implicaría un continuo entre estas dos entidades. Algunos investiga­dores encontraron mayor prevalencia de depresión en la década anterior al diagnóstico de demencia.

Aunque existen muchos estudios que apoyan la DIT como pródromo de las demencias, es difícil de verificar, porque necesita un temprano y adecuado diagnóstico de la DIT, lo que es difícil de hacer porque posiblemente esta depresión no cumple con todos los criterios del tras­torno depresivo mayor; además, la depresión geriátrica y la demencia no se distinguen fácilmente

La demencia y la depresión son independientes, solo que son comórbidas

Una propuesta señala que estas entidades son inde­pendientes; son características de la tercera edad lo que explica la alta asociación encontrada; implican simul­taneidad o coincidencia temporal, mas no señalan rela­ción entre ellas y menos dependencia.  Esta coexistencia involucra procesos separados, no obstante, comparten los mismos factores de riesgo o causas comunes; como bajo nivel socioeconómico, aislamiento social, sedenta­rismo, adversidad temprana, consumo de alcohol, taba­quismo, problemas de sueño, factores de riesgo cardio­vascular e incluso las mismas medicaciones.

La demencia o el deterioro cognitivo es una carac­terística de la depresión

Esta propuesta de Sheline et al., se basa en que la DIT presenta una reducción del rendimiento neuropsico­lógico; que varía en función de la edad, la gravedad de los síntomas depresivos, la educación y diversos factores socioculturales y vasculares, que podrían reducir la fun­ción cognitiva. Este declive de la cognición se manifiesta en lenificación del procesamiento de información, de la memoria de trabajo, del lenguaje y de la función ejecu­tiva; sumado a las alteraciones estructurales, predomi­nantemente en la materia blanca.

La depresión afecta el umbral de manifestar demencia

Bennett, & Thomas, señalan la hipótesis desarro­llada por Butters et al., que dice que la depresión reduce el umbral para la manifestación de la demencia a través de dos vías neurales, activadas con la depresión y que progresivamente lesionan la cognición, facilitando su evolución desde un DCL hasta la demencia. La primera es a través del incremento de los glucocorticoides por la depresión, que lesionan el hipocampo; además del aumento de los neurotransmisores acetilcolina (ACH, promueve los procesos de motivación, excitación y atención, ayudando a controlar la memoria y la acción de ciertos músculos) y dopamina (DA, participa en la regulación de diversas funciones como la conducta motora, la emotividad, la afectividad y en la comunicación neuroendocrina) que incre­mentan la enfermedad cerebrovascular y estimulan ano­malías inmunológicas, porque activan la respuesta infla­matoria.

La hipertensión disminuye el flujo sanguíneo en regiones límbicas y paralímbicas que están involucradas en la cognición. La suma de estas lesiones cerebrales y los elevados niveles de glucocorticoides, producen neu­ropatía en la vejez, lo que reduce el umbral de la reserva cognitiva y encadena la depresión con la subsecuente demencia.

La depresión, es una reacción psicológica al deterioro cognitivo percibido

Se postula que la depresión es una consecuencia de la demencia, se inicia cuando la persona se da cuenta de la pérdida progresiva de sus capacidades cognosci­tivas. El problema de esta explicación es que la depresión tendría que iniciarse en un estado temprano de la demencia; cuando la persona aún puede darse cuenta de la pérdida de su función cognoscitiva, lo que es muy difícil de comprobar. Aunque esta explicación tiene muchos seguidores, plantea la gran dificultad que existe para determinar la diferencia temporal precisa entre el desarrollo de la demencia y de la depresión.

 

La demencia y la depresión son interdependientes Berger et al., plantean que la depresión y la demencia son interdependientes, que tanto el trastorno de depresión mayor y la EA elevan recíprocamente el riesgo de uno y otro. Y señalan que, a pesar de los esfuerzos de los inves­tigadores, no existe claridad al respecto de la conexión bio­lógica entre la depresión mayor y la EA.

Conclusiones

Existe suficiente evidencia acerca de dos de las hipótesis explicativas del papel de la depresión en la demencia, la de que es un factor de riesgo y la del pró­dromo; sin embargo, esta evidencia no es del todo con­gruente, puesto que también se encuentran estudios que descartan los resultados obtenidos en dichas investiga­ciones. Esta falta de coherencia se debe a la variabilidad metodológicas de estos estudios y a las dificultades inhe­rentes a las hipótesis en cuestión como el diagnóstico diferencial, el establecimiento de las fases tempranas de la demencia y también de la depresión, por citar algunas.

Parte de la solución se encuentra en la mayor inves­tigación, priorizando los estudios longitudinales que eva­lúen minuciosamente la historia de depresión y de la demencia, para identificar los factores modificables que inciden en la demencia.

Ante el envejecimiento poblacional en Latinoamé­rica, la promoción de una vejez saludable o “Envejeci­miento Activo” garantizaría la calidad de vida del adulto mayor, de sus familiares y de la sociedad en general.


Bibliografía

Santacruz-Ortega, M. D. P., Cobo-Charry, M. F., & Mejía-Arango, S. (2022). Relación entre la depresión y la demencia. Revista Ecuatoriana de Neurología31(1), 96-104. Relación entre la depresión y la demencia (senescyt.gob.ec)


Revisión narrativa.

Resumen realizado por Vive Activo.

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